Francisco de Zurbarán (1598-1664) Arte
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Pintor español, contemporáneo de Velázquez. Comienza su formación artística en Sevilla donde asiste al taller de Herrera el Viejo. Pinta la apoteosis de Santo Tomás de Aquino (1631), donde incluye numerosos retratos. Por esos años su producción alcanza el punto máximo. Realiza la Visión del beato Alonso Rodríguez (Academia San Fernando, Madrid), el Retrato de fray Diego de Deza (Museo del Prado), la Conversación de San Bruno con UrbanoII, San Hugo en el refectorio de los cartujos y la Virgen de los cartujos (los tres en el Museo de Sevilla). Maneja con excepcional destreza el color y la luz. El claroscuro y el naturalismo son los elementos que identifican sus lienzos. En las obras que hace para la Merced de Sevilla (1628), la Cartuja de Jerez (1637-1639) y el monasterio Jerónimo de Guadalupe (1638-1639) pinta retratos de figuras monásticas de su época. Se le nombra pintor real en 1633, pero no atiende el honor hasta 1650. Aunque se considera esencialmente pintor de figuras masculinas, también merecen cierto reconocimiento sus figuras de santas, representadas con el tipo de mujer andaluza; entre éstas destacan Santa Polonia (Museo del Louvre, Paris), Santa Casilda (Museo del Prado, Madrid), Santa Justa (Museo de Dublín) y Santa Marta (National Gallery, Londres). En ellas son admirables las texturas de las telas y los bordados, pintados con el mismo lujo de detalles y la misma finura que los rostros. Durante sus últimos años intenta en vano cambiar su estilo para ir acorde con el de la época tratando de adaptarse a una sensibilidad diferente como se aprecia en el Cristo (1661, Jadraque) y en la Concepción (1661, Museo Budapest). Zurbarán murió en Madrid, dejando una estela duradera que tuvo una fructífera prolongación en América.