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Biografia de Enrique Salvador Mejia Arredondo

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MúsicaEnrique Salvador Mejia Arredondo (1901-1951) Música
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BIOGRAFIA DE ENRIQUE SALVADOR MEJIA-PORTES ARREDONDO-MIURA

Descendiente de distinguidos músicos dominicanos, nace Enrique Salvador Mejía Arredondo el 24 de diciembre de 1901 en Santo Domingo de Guzmán, capital de la República Dominicana. Falleció el 5 de febrero de 1951, a los 49 años.
Fueron sus padres don Enrique Mejía Portes y doña Maria Arredondo y Miura.
Su abuelo materno, el excelso y pródigo compositor dominicano don José María Arredondo Alfonseca, se preocupó desde temprano por la educación musical del niño “Enriquito”, y le enseña sus primeras lecciones; por otro lado, su madre que era pianista, también le instruye en la casa y le alienta en sus estudios.
Mejía Arredondo comenzó sus estudios musicales académicos a la par de sus estudios regulares a la edad de ocho años.
Escoge como instrumento preferido el piano, aunque también tocó el violín, tomando lecciones con el maestro don Américo Lugo Romero. Posteriormente, el gran maestro don José de Jesús Ravelo lo inicia en sus estudios de armonía y contrapunto.
Asimismo los maestros, el español don Enrique Casals Chapí, y el violinista austríaco Willy Klemberg lo forman en orquestación y composición.
Termina el bachillerato en Letras para seguir estudiando en la universidad la carrera de abogado, siguiendo los deseos de sus padres.
Solo llega a presentar el primer año, pues su vocación musical lo domina y lo hace abandonar la carrera de abogado para dedicarse exclusivamente a la música, “su gran pasión”.
Su interés por la composición se manifestó desde muy joven, empezando a componer cuando era estudiante en el Liceo La Normal, el cual era la escuela oficial de Santo Domingo.
Llegó a poseer su propia orquesta a los 16 años de edad con la cual musicalizaba películas mudas en el cine Independencia, y acompañaba musicalmente a importantes compañías de zarzuela y ópera que visitaban el país (República Dominicana) en exitosas presentaciones.
Contrajo matrimonio con la nieta de un rico hombre de negocios radicado en la ciudad de San Pedro de Macorís, don Gregorio Velásquez y Domínguez con doña Bernabela Castro; hija de su única hija Aurelia Velázquez y Castro con el suboficial del ejercito español Onofre Ferres y Abril, llamada Elena Rosa Rita Ferrés Velázquez.
Formaron una familia de cuatro varones: Rino Enrique Luís, Alberto Régulo, Orlando Salvador Nicolás, y Juan de Dios Artemio. Residieron en las ciudades de Santo Domingo y San Pedro de Macorís de forma alterna en diferentes épocas.
Al morir el maestro, la familia se retira a la ciudad de San Pedro de Macorís a la casa materna de Elena Rosa en lo que es hoy el sector “Villa Velázquez”.
Enrique Mejía Arredondo fue un hombre polifacético, era un tremendo aficionado al “Béisbol”, fue muy diestro en la segunda y tercera bases del equipo “Licey” en los años 1920 y 1921. Fue también exitoso “manager” del equipo “Estrellas Orientales” de la ciudad de San Pedro de Macorís, ganando el campeonato del año 1937 de la liga dominicana.
Como datos históricos adicionales cabe señalarse su primera batuta, la cual fue elaborada con un trozo de madera de Caoba del altar mayor de la iglesia de San Nicolás. Este pedazo de madera fue donado gentilmente para tal fin por Monseñor don Eliseo Pérez Sánchez, en un gesto de gran belleza y nobleza.
Mejía Arredondo fue socio fundador de la Orquesta Sinfónica de Santo Domingo, entidad de grandes proyecciones en la historia de la música clásica dominicana, la cual fue fundada el 23 de febrero de 1932. La recién creada orquesta, de la cual fue fundador y director, fue uno de sus más grandes anhelos. Con nuevos instrumentos donados por el Generalísimo Trujillo, la agrupación trabajó con tesón bajo su dirección hasta el año 1939, cuando suspendió sus labores. Sobre su persona recayó el cargo de primer vicepresidente de la orquesta. Durante ocho años dirigió competentemente la orquesta en diversos conciertos, en diversos lugares del país.
Fue hasta su muerte Presidente-Fundador de la “Sociedad de Autores y Compositores Dominicanos”, entidad que fundó en compañía de don José Ramírez Peralta y otros amigos, con la finalidad de promover nuevos valores musicales, investigar y dar a conocer la música dominicana, y proteger a los compositores dominicanos de amenazas que fuesen en contra del interés grupal y patriótico.
En 1941 al crearse por decreto del poder ejecutivo la “Orquesta Sinfónica Nacional“, Mejía Arredondo es nombrado como subdirector, cargo que desempeñó con brillo y talento hasta meses antes de su muerte.
En esa época llega al país el maestro español Enrique Casals Chapí, quien llegará a ser el guía de muchos compositores dominicanos que se sentían algo desorientados. Uno de ellos era Mejía Arredondo, quien recibe clases durante varios años, especialmente de composición. En el cargo de subdirector de la OSN compartió la dirección de conciertos con el maestro Casals Chapí, quien fue el primer director titular de la misma, y con el maestro Roberto Caggiano entre otros.
En adición a su trabajo intelectual ordinario en la orquesta, Mejía Arredondo trabajaba callada y arduamente en un proyecto que durante meses fue su idea fija y constante, escribir una sinfonía.
Al fin la tiene ya, después de meses de trabajo intenso y agotador, su primera sinfonía, la No1 en La mayor, la dedica al prócer dominicano Francisco del Rosario Sánchez.
PRIMERAS OBRAS
Enrique Mejía Arredondo fue un compositor pródigo tal como su abuelo materno don José María Arredondo Alfonseca, produjo muchas obras desde que afloró en él el amor por la música, lo cual ocurrió desde la edad de ocho años. No obstante, parte importante de su producción fue perdida debido a la mala conservación entre otros factores.
Su primera composición de carácter importante fue “Obertura para Orquesta 12 de julio”, la cual le valió un premio en reconocimiento de $1,000. pesos en un concurso durante el gobierno de don Horacio Vásquez. Sus primeras obras fueron de carácter romántico, valses, y canciones, entre las cuales merecen destacarse el vals “Manantial”, con letra de su querido hermano Roberto, la canción “Quisiera”, la cual se hizo muy popular dentro y fuera del país, e incluida en el repertorio de famosos cantantes y orquestas de esa época. La delicada canción “Flor de Montaña”, la cual fue estrenada en la ciudad de New York por la CBS, y fue tocada por la orquesta sinfónica de esa ciudad, bajo la dirección del maestro Alfredo Antonini.
COMPOSITOR CLASICO
La brillante carrera de Mejía Arredondo como compositor clásico nace con su obra “Dos Evocaciones: Paisaje y Ritual en el Templo de Yocari”, esta obra ha sido ejecutada y radiodifundida repetidas veces por las estaciones norteamericanas CBS y NBC. Otra de sus grandes realizaciones es “Renacimiento”, la cual es un poema sinfónico inspirado en la devastación que provocó en la ciudad de Santo Domingo el paso del huracán San Zenón. También deben considerarse las obras “Cuento Nocturno”, la cual es inspirada en la leyenda sobre el amor infortunado de un cacique indígena y una “ciguapa”, “Pequeña Suite para Orquesta” la cual consta de tres partes: preludio, andante, y finale, “Danza Quisqueyana”, la cual posee intensa fuerza evocadora saturada por nuestras antiguas melodías folklóricas y populares, “Reverie para Violín y Orquesta”, “Andante Cantabile”, “Fuga y Capricho para Piano”, Sinfonía No1 en La mayor”, Sinfonía No2 en Do mayor”, y otras obras más que la familia no pudo conservar.
Mejía Arredondo compuso dos sinfonías las cuales fueron su coronación como compositor, y por las cuales fue reconocido como maestro de la música, valiéndole las más altas consideraciones de la crítica internacional.
La sinfonía No1 en La mayor la dedicó a enaltecer la memoria del prócer Francisco del Rosario Sánchez, padre de la patria, y la sinfonía No2 en Do mayor, un grandioso y amoroso homenaje a su querida madre doña María. Indudablemente estas sinfonías son las obras de mayor importancia en la carrera del maestro, fallecido a temprana edad, en pleno apogeo de sus facultades intelectivas y creativas.
En el gran concierto inaugural de la flamante Orquesta Sinfónica Nacional, el público tuvo la satisfacción de escuchar por primera vez su sinfonía No1. Este estreno fue bajo la conducción de su batuta.
CONCIERTO EN MEXICO
La sinfonía No1 en La mayor se integra por cuatro movimientos que recogen la perdurable vitalidad creadora del compositor, el primero: I-Tranquilo Allegro con Brío, el cual canta en tonos grandiosos la lucha del pueblo dominicano por lograr su emancipación de la tutela exótica, el segundo: II-Adagio Molto Andante, el cual describe con patético acento el cadalso de San Juan, el tercero: III- Allegro Scherzo, el cual narra los días iniciales de la lucha restauradora , y el cuarto: IV- Finale Allegro Vivace, el cual es una cálida exaltación a la victoria de los dominicanos en la épica cruzada restauradora. Esta notable obra de Mejía Arredondo fue estrenada por la Orquesta Sinfónica de la NBC en New Cork, bajo la dirección del renombrado maestro Franz Black, y fue ejecutada en el concierto inaugural de la Orquesta Sinfónica Nacional en Santo Domingo, el 24 de octubre de 1941. Aludiendo a esta obra, el insigne crítico español Adolfo Salazar comentó:-“…es una de las sinfonías más notables de su genero en Hispanoamérica”. Estas palabras fueron consagratorias.
Invitado por la orquesta sinfónica de la Universidad de México, va a ese país en el año 1946, y allí dirige la orquesta en un concierto compuesto exclusivamente por música de autores dominicanos. Entre las obras incluidas en el programa está su sinfonía No1 en La mayor. En ese país obtiene su triunfo, bien acogido por la crítica en su doble papel de director y compositor. Regresa al país y prosigue su labor, al renunciar el maestro Casals Chapí de la dirección de la OSN en 1945, se le encarga interinamente la dirección. Un tiempo después es nombrado como director el maestro Abel Eisenberg y Mejía Arredondo vuelve a la subdirección. El compositor escribió como preámbulo a esta magistral obra lo siguiente:-“Con la composición de esta obra he querido consagrar mi homenaje al Prócer. En ella he respetado escrupulosamente por encima de todo detalle la forma musical que su titulo impone. Pero naturalmente, en el carácter de las ideas musicales que sirven de tema a esta obra, y en la tónica dominante de cada uno de sus tiempos, realizo mi homenaje a Sánchez por la evocación, ya sea del tumulto idealista con la pasión místico-bélica del Prócer en su vida de trágico final, ya sea por el dolor de su muerte, ya sea por la alegría que la noticia de la Restauración hace correr como una buena nueva por los campos, entre cantos y bailes, y la heroica gloria que en la Restauración envuelve al Prócer fuera ya de esta mundo, a modo de jubilar la aureola ultraterrena en su cuarto y último tiempo”. Cuando ya tenía escrita toda la sinfonía, y evaluando que no tenía medios para instrumentarla, considera que debe enviarla al extranjero a esos fines. Le escribe a su amigo Franz Black en la NBC enviándole solo el primer movimiento. Poco tiempo después recibe carta del maestro Black solicitándole el resto de la obra para ser tocada en New York en ocasión de la “Fiesta de las Americas”, a lo cual contesta su interés de estrenarla en su país. En la obra, antes de iniciar el Allegro de su primer movimiento, el cual es grandioso y donde toda la orquesta entra como con júbilo, quiso hacer una introducción serena y casi religiosa como homenaje al Prócer, como un ofrecimiento de la obra. Esta introducción contrasta notablemente con el tema del primer movimiento, el cual estalla jubilosamente y se desarrolla como una sonata.
A propósito de esta composición, el afamado crítico español Adolfo Salazar, en ocasión de haberse tocado México escribió:-“su obra dilatada no pesa en la audición por estar construida con solidez, firme conducción tonal y motivos bien modulados con suficiente contraste entre ellos, a lo que corresponde una orquestación que aunque tupida, responde a la escritura densamente entretejida de la misma, pero aireada con la indispensable pulsación dinámica. Mejía Arredondo es indudablemente un maestro, y su sinfonía es una de las más notables en su genero en Hispanoamérica.”.
LA SEGUNDA SINFONIA
La sinfonía No2 en Do mayor consta también de cuatro movimientos: I- Allegro Andante Cantabile, II- Scherzo, III-Molto Allegro, y IV- Allegro Vivace. A juicio del maestro Mejía Arredondo es su obra más grandiosa, pero ha sido ejecutada pocas veces, razón por la cual es poco conocida. Desgraciadamente el manuscrito original se extravió para desconsuelo de sus familiares y del patrimonio cultural nacional. La sinfonía No2 fue dedicada a su madre, y fue escrita en forma similar a la primera, en cuanto a que tiene una introducción lenta para ir a un Allegro no jubiloso como la anterior, en un estilo fugado, iniciando con violines, contestados por violas y violoncelos, y a su vez contestados por contrabajos. Esto demuestra que en esta obra la intención del autor es más contrapuntista y más expresiva en cuanto a las frases melódicas que la primera sinfonía. El segundo movimiento es Andante Cantabile de estilo contrapuntístico, el tercer movimiento es Scherzo-Molto Allegro, y es la única parte de la obra que se ha tocado alguna vez, el cuarto movimiento es Allegro con Brío. Las dos sinfonías definen claramente el carácter de su autor y en ellas ha volcado su personalidad, la cual es a la vez fuerte amable y bondadosa.
En su obra “Dos Evocaciones”, la cual dedica al maestro Casals Chapí en 1941, utiliza una instrumentación colorista, por lo cual se vale en algunos momentos de los medios que caracterizaron a este estilo impresionista. Esta obra consta de dos partes: “Paisaje y Ritual”. Son dos páginas muy sugestivas de orquestación clara y variada. Ha sido interpretada varias veces por la OSN.
OTRAS OBRAS
“Cuentos Nocturnos” es un poema indígena basado en una leyenda que cuenta cómo el cacique Macorís se enamora de una ciguapa, persiguiéndola por los bosques y montañas, seducido por su canto cada vez más lejano y atrayente. Cuando el indio cayó muerto exhausto cerca del río Camú, la ciguapa, que le seguía sus pasos llora su sobre su cadáver. Excava una fosa con sus manos, lo entierra y lo continúa llorando en las orillas del río. Dice la leyenda que desde esa vez las aguas del río se volvieron salobres.
Esta obra nunca se llegó a tocar en el país, por eso no se conoce. El manuscrito original fue solicitado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de México para ser tocada como estreno, luego fue llevado a Bogotá, Colombia, para otra presentación, y desde allí nunca retornó al país ni a su familia.
“Poema Sinfónico Renacimiento” es una obra dedicada al Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina, en ella evoca la lucha heroica cuando la ciudad se impone a los elementos y logra con su entereza la reconstrucción de la ciudad destruida al paso del huracán San Zenón. El maestro la escribe en 1939 para pequeña orquesta y luego de una severa revisión la adaptó para una gran orquesta. Esta es una de sus obras características.
“Danza Quisqueyana” posee un ritmo obstinado y melodías evocadoras de nuestros cantares folklóricos y rituales históricos. El autor se considera conjuntamente con el maestro Juan Francisco García, los dos compositores más avanzados de los que forman el grupo anterior a la nueva generación. Mejía Arredondo era un compositor sinfonista, aunque produjo algunos poemas sinfónicos y varias canciones.
“Pagoda” es una evocación Hindú dividida en tres movimientos: Lento, Allegro y Lento.
COLOFON
Durante un concierto de la OSN en la ciudad de La Vega, sufre el primer colapso del corazón, que más tarde será la causa de su muerte. En ese momento dirigía la Quinta sinfonía de Schubert, pudiendo dolo terminar el primer movimiento. Fue trasladado de emergencia a una clínica cercana, y el concierto fue suspendido. Le conceden licencia por varios meses, pero al no sentir mejoría se jubila de manera anticipada en el año 1951 a ladead de 49 años, fallece el 5 de febrero de ese año.
Enrique Mejía Arredondo fue el primer músico dominicano en ser invitado a dirigir una orquesta sinfónica en el extranjero (Palacio de Bellas Artes de México 1946), puso en alto el pabellón dominicano con su brillante actuación y su producción musical. Recibió por ello merecidos elogios de autoridades musicales tan reconocidas como Adolfo Salazar, Otto Mayer, Rodolfo Haffter, Manuel Medina, Salomón Kahan y otros. Mejía Arredondo de temperamento embriagado por recónditas armonías, alma constantemente abierta a los pródigos maravillosos de la música que supo arrancar el misterio fascinante del pentagrama, nido divino de armonías, un acervo de calidad altísima que traspasó los horizontes patrios, que adquirió para su nombre y su patria merecida fama y justo reconocimiento. “Sus éxitos fueron y serán un autentico triunfo de la música dominicana”. “Su prestigio, es un blasón para nuestra patria, que, con aportaciones como las que hizo, hace presencia permanente en el escenario del arte contemporáneo Hispanoamericano”. “Aunque inconclusa, por su muerte a destiempo, su obra lo sitúa por encima de la mediocridad y lo defiende del olvido, terrible muerte espiritual de los que nada hicieron en vida”. “Su música es una luz que desafía el rigor del tiempo, y representa una etapa de vibrante evolución en el desarrollo de la música y la cultura dominicana”. En consecuencia con sus méritos profesionales y sus valores personales, el Estado dominicano le concedió póstumamente la condecoración de la Orden de Juan Pablo Duarte en el grado de caballero.
Editor: Alberto Regulo Mejía Pol, Santo Domingo, R.D. almepo@gmail.com





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